Emprender en solitario se puede hacer, pero es importante, sobre todo si somos personas individualistas, que comprendamos cuanto antes esta realidad: ninguna empresa se edifica ni crece sobre los hombros de una sola persona.
Resulta que, entre las múltiples actitudes y aptitudes de las que debe hacer gala una persona que aspire a emprender y a crear su propia empresa, no solo se encuentran la perseverancia y la ambición, sino la capacidad para trabajar en equipo y la humildad para reconocer que es imposible abarcar todas las áreas del conocimiento.
Puede que coincidamos en una, tal vez incluso en dos. Es posible que, durante los caóticos inicios de nuestra startup, seamos conscientes de que no necesitamos contratar a ninguna persona experta en marketing digital, porque resulta que nosotros o nosotras mismos/as hemos hecho carrera en ese sector y tenemos tanto experiencia como formación de calidad al respecto.
Sin embargo, probablemente eso signifique que no somos ni mucho menos expertos en finanzas; y aunque nos cueste delegar, tenemos que aprender a hacerlo y a contratar expertos en finanzas que gestionen las cuentas de la empresa, los ingresos y los gastos, la gestión de créditos bancarios o de créditos rápidos sin mandar documentación, y por supuesto conceptos como el de retorno de la inversión.
Es lógico sentir, al menos de entrada, cierta inseguridad. A lo mejor no nos importaría tanto confiar las cuentas de la empresa a una persona si resulta que esa persona es exactamente el arquetipo de profesional de confianza que estamos buscando, y dar con él es complicado.
Tenemos que emplear gran cantidad de tiempo en publicar ofertas de empleo en las que incluyamos los requisitos de experiencia, formación y por supuesto actitud mínimos, y luego otro tanto en elaborar entrevistas de trabajo que realmente nos permitan realizar una radiografía inicial acertada de los y las candidatos/as.
No todo el esfuerzo es económico, también tiene que ver con el desgaste psicológico que supone analizar a una persona a la que apenas conocemos y decidir, en última instancia, si es la adecuada para el puesto de trabajo. Eso requiere algo más que dinero.