tiempo estimado de lectura : 2
03 Jul
03Jul

Aunque una oficina, con independencia al tipo de negocio que se desarrolle en ella, siempre tiene elementos genéricos y en común, hay muchos que varían en función de dicho sector empresarial. Por ejemplo, la necesaria flexibilidad de horario y el trabajo en fin de semana es un imperativo necesario en la redacción de un diario digital, pues las noticias no dejan de salir los sábados y los domingos y la obligación de un periódico es informar todos los días y las veinticuatro horas a los lectores. Además, las profesiones también varían. En una agencia de publicidad será necesario contar un un experto en social media, pero en una editorial necesitaremos a un diseñador o maquetador.

Vamos a centrarnos en esta última profesión, sin duda una de las más necesarias en el universo de la documentación y la confección de libros y revistas. El sector editorial ha evolucionado, eso está claro, y cada vez con más frecuencia se digitalizan los libros y las publicaciones periódicas se difunden a través del universo virtual. Sin embargo, y si bien esta evolución ha afectado fundamentalmente a la subcontratación de imprentas y a los costes de encuadernación, no ha sido así con las labores de maquetación. Independientemente de si la obra de ficción, la monografía o la publicación periódica se encuentra en formato impreso o digital, hay que maquetarla.

¿Debe entonces una editorial tener en plantilla a un maquetador experto? Por supuesto. Si el negocio crece, tal vez sea incluso necesario contratar a otro o contar con la labor esporádica de diseñadores freelance, que suelen trabajar por horas. ¿Pero en qué consiste maquetar y qué es lo que hace que sea tan importante? Cuando abrimos un libro, localizamos capítulos o secciones, leemos con comodidad y sabemos dónde buscar. Todo eso es posible porque el contenido está maquetado; es decir, ordenado.

Maquetar es, por lo tanto, organizar el contenido mediante un software o programa informático especializado, como por ejemplo el Adobe InDesign. ¿Cómo? Estructurando y jerarquizando el texto mediante títulos, subtítulos y en general niveles de contenido, destacando más o menos las fotografías o imágenes según el tipo de producto, cuidar los contrastes de color para que resulten agradables a la vista, escoger unas tipografías que permitan una lectura fácil y no cansen los ojos, etc. Por lo tanto, para una editorial invertir en expertos maquetadores, así como en sus instrumentos informáticos de trabajo, es crucial.

 

Eduardo Fuentes

Préstamos inmediatos

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO