La política está en todo. En nuestros derechos como ciudadanos, en las opresiones que sufrimos día a día, en las diferencias económicas entre personas ricas y personas de clase obrera, en la diferencia salarial entre hombres y mujeres.
No se puede ser «apolítico», porque afirmar tal cosa es el privilegio de aquellos que, en el fondo, están protegidos por el sistema. «Apolítico», por tanto, quiere decir colaboracionista del statu quo, con todo lo que eso conlleva. No podemos desentendernos de nuestra responsabilidad política como individuos porque vivimos en una sociedad, y ello supone que nuestras decisiones inciden de manera directa en la calidad de vida de personas en situaciones más desfavorecidas que las nuestras.
Porque lo que han de pensar las personas que son dueñas de empresas porque se lo pueden permitir, y que en el fondo tal vez ni siquiera necesiten trabajar para sobrevivir, es que hay otras que necesitan recurrir a la adquisición de dinero mediante financiamiento en alguna entidad bancaria o solicitando créditos o préstamos online para poder pagar una factura, el alquiler del mes o un problema inesperado.
Ese tipo de personas, las que integran el segundo grupo, son las más numerosas dentro de la urdimbre de ciudadanos y ciudadanas de España. Ese tipo de personas son las que salen a votar en cada período electoral, con la esperanza de que el partido en el poder tenga en cuenta sus demandas. Y votan precisamente al partido que demuestre escucharlos más que otros, en mayor o menor medida.
Por eso, es importante que nunca salgamos a votar con irresponsabilidad. Debemos informarnos. Hay muchas maneras de hacerlo. La más directa y profunda es acudir al sitio web de cada partido y descargar su programa electoral.
Pero no todo el mundo tiene paciencia para hacer eso, y ello no significa que no puedan elegir otros caminos. Los debates, las noticias en diarios digitales y en televisión, las cuentas de políticos en redes sociales, nos permiten enterarnos del proyecto ideológico de cada formación de manera más rápida y directa. Todos deberíamos hacerlo; no solo quienes necesitan solicitar préstamos rápidos, sino también los «apolíticos». Nuestra sociedad será mejor si trabajamos todos.
Afortunadamente, cada vez hay más partidos, y el bipartidismo que ha regido el devenir político español desde los inicios de la Transición, e incluso antes, va tocando cada período más a su fin. Es mérito de todas las personas que han votado y han salido a las calles. Sigamos así.